Dicen que es lo normal: que los hermanos se peleen. De esto eres especialmente consciente cuando tienes un hijo con dificultades, sobre todo en la relación con los demás, porque el segundo "afectado" por esta dificultad, después del propio niño, es su hermano (en nuestro caso, hermana), y al principio ocurren fundamentalmente dos casos. Que el primero ignore generalmente al segundo, o que el segundo no entienda bien (al menos al principio) el modo de relacionarse de su hermano con dificultades.
Nosotros empezamos a superar ambas fases. Poco a poco, ninguna fase es baladí y llevan su proceso, pero ahí estamos, trabajando en ello.
Así que cuando vives esos momentos de normalidad familiar, y el salón de casa se convierte en campo de batalla, y el trofeo es algún juguete que tienen ya trilladísimo, a veces casi olvidado, que de repente adquiere consideración de tesoro, además de intentar que no llegue la sangre al río y en el fragor de la batalla se escape algún manotazo, no puedes más que... contemplar y disfrutar.
Ya sé que esto es así por la escasa frecuencia con que sucede, y a medida de que todo se vuelva más y más "normal" les intentaré apaciguar a las primeras de cambio como toda madre en la misma situación, pero hoy por hoy, estas peleas ocasionales, este defender lo que es mío o reclamar lo que quiero, me parecen unas lecciones tremendas para ellos. También hay que aprender a pelear por lo que quieres o tienes, aunque sea con urbanidad, si de verdad queremos prepararlos para el mundo real: que nadie me malinterprete, que no se trata de promover luego las peleas en otros entornos, pero sí deben estar preparados si se ven envueltos en situaciones así, que en los coles sí que son más frecuentes, y aprender a tolerar la frustración de no salirse siempre con la suya, o tener que compartir, o aceptar un turno para usar un juguete...
Esta tarde tengo asiento de primera fila en la feroz disputa por un organillo de Hello Kitty. Ella (3 años) ha ganado el primer asalto, pero él (5 años) ha salido victorioso en el segundo, y al final... el organillo está encima de la mesa y cada uno le va dando a la musiquilla de vez en cuando, porque en el tercer asalto han acabado en empate, y ahí ha intervenido el árbitro... y todos contentos.
El sano ejercicio de las peleas entre hermanos
Rocio | domingo, 27 de noviembre de 2011 | Etiquetas: aprendizaje, hermanos, pelea
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
ufff, de ese "sano ejercicio" tengo mucho en casa. Y pienso como tú: benditas peleas!!!!!
Gracias por compartirlo, así las demás vamos aprendiendo para estar algo mas preparadas para cuando nos toque ;). Un Saludo!
Publicar un comentario