El sábado empezamos las vacaciones.
Este año, nos vamos de viaje a un sitio "no habitual", es decir, a una residencia que no es nuestra casa (ni de ningún familiar) en un lugar que nuestros hijos no conocen...
El año pasado pasamos unos días en Soria, que para nosotros es familiar, pero para los niños no tanto. Mateo no es muy inflexible, y menos en ese aspecto: tiene una vena exploradora y cualquier sitio es susceptible de esconder algo de su interés (si es una casa, un ordenador; si es un paraje, una hilera de árboles en perfecta simetría; si es un parque, el vuelo de las palomas o un desfile de hormigas). Carolina no, ella necesita la anticipación, necesita manejar el estrés y saber qué vamos a hacer ahora (y qué haremos después, y luego, y mañana...) pero no éramos conscientes de esa característica hasta que nos fuímos el año pasado a Soria, a un entorno nuevo para ella, y el cambio de rutinas y la falta de anticipación resultaron una bomba de relojería que estallaba en forma de tremendas rabietas. No lo habíamos previsto, porque con Mateo no nos hacía falta, pero así es la vida: cada día, un nuevo reto :-)


Así que esta vez, además de preparar las maletas, la bolsa de juguetes imprescindibles y entretenimiento, la nevera portátil y demás parafernalia que creamos que podamos necesitar, he añadido la agenda de velcro y pictogramas para hacer el plan de cada día.
También he preparado hojas de anticipación para eventos "cerrados" previstos de antemano, y ya los hemos estado mirando juntas (le encantan las historietas con pictogramas) para que el viaje transcurra con la mayor calma posible. A Carolina le gustan estas hojas, le dan seguridad, las lleva consigo y va repasando el plan, y anunciando lo que viene a continuación.
Ya os contaré...


De momento, os dejo algunas "genéricas", un poco básicas pero con la idea de que entienda que en determinados lugares no se corre, ni se grita (hay otras más personalizadas, con nuestras fotos, y las de los amigos que vamos a ver, que se quedan en la intimidad).


Por cierto, mi eterno agradecimiento a Arasaac, el Araword merece el Nobel ;-)


Para el largo viaje en coche


Para visitas a la catedral (o iglesias)


Para visita a un museo

Para comportarse




Ayer probamos el nuevo juego de la Oca de las Acciones.
Éxito total con Carolina, quien, por supuesto, ganó... y claro, cuando llegó a la casilla final, la de campeona, preguntó... ¿dónde está mi medalla?
Así que aquí están, hoy las plastificaré y les pondré la correspondiente cinta, para que cada cual gane la suya, ¡pues no faltaría más!




Vamos progresando en el juego, así que para practicar el juego de tablero en mesa, y el respeto a los turnos, he adaptado una oca, gracias a los pictos de Arasaac.
Para mis hijos, eso de moverse por el tablero sin más no tiene aún mucho sentido, así que he creado una "Oca de Acciones". Cada casilla tiene el picto de una acción (sencilla) que tienen que realizar al caer en ella; además, hay profusión de casillas de "tira el dado" y "de oca a oca", a fin de facilitar la llegada a meta y que el juego no pierda interés. Las normas, las de siempre: de oca a la siguiente oca; de puente a puente (tanto en sentido ascendente como descendente); y en el pozo se pierde un turno.
Lo comparto por si a otras familias les sirve. Ya sabéis: imprimir, plastificar y ¡a jugar!

Lo vamos a estrenar estas vacaciones. Ya contaré a la vuelta de vacaciones qué tal ha ido la introducción a los juegos de mesa... si funciona bien, ya tengo pensada la siguiente adaptación ;-)

Nota: la imagen tiene buena resolución (300 dpi), basta con guardarla pinchando con el botón derecho del ratón. Una sugerencia: para hacer el tablero más grande, yo la he impreso divida en dos partes (casi un folio cada parte), las he plastificado y luego las he unido con celo gordote; también se pueden pegar sobre un cartón y plastificar con rollo adhesivo del de forrar libros de texto... imaginación al poder.



La semana pasada me invitaron a una mesa redonda sobre aulas CyL (aulas de Comunicación y Lenguaje enclavadas en centros ordinarios, equivalentes a las aulas de atención preferente en otras comunidades, para atención y apoyo a alumnos con TEA o TEL), en un centro escolar. Un pequeño foro de intercambio que incluía al claustro del colegio, personal no docente y familias del propio centro. Inma Cardona y yo fuímos para compartir nuestras experiencias en la escolarización de nuestros hijos en otras aulas CyL. Todo un honor, sinceramente lo digo, porque no me veo yo ejemplo por delante de nadie.
Fue interesantísimo y muy fructífero, al menos para mi, que aprendí cosas nuevas.
La principal, que cuando hay tesón, todo lo demás es accesorio.

El éxito de la inclusión no depende sólo del tutor, terapeuta o responsable del alumno con dificultades. Depende de todas y cada una de las personas que participan en su trayectoria escolar, desde la PT al bedel, pasando por las familias de sus compañeros de colegio (que no sólo de curso). Hay un trabajo de base previo que luego tiene que ser constante, pero que si se mantiene, asegura ese éxito. Y éste no ocurre sólo en beneficio del alumno con NEE, sino en el de todos, en la educación en el respeto a la diversidad, en la solidaridad, en la empatía... educación en valores, eso que tanto se oye y a veces cuesta bastante de encontrar.

En esa reunión aprendí porqué la inclusión funciona en unos sitios, y en otros no. Es tan simple como revelador: cuestión de actitud. Al final, más allá de si se tienen conocimientos previos o experiencia sobre el autismo (que no dejan de ser importantes), el valor fundamental es la actitud. Las ganas, el afán de aprender, de mejorar, de sentir tuyos por igual a todos tus alumnos, cada uno con sus características y necesidades.

Y una vez establecida esta base, el siguiente y fundamental escalón es la comunicación. La claridad y transparencia entre todas las personas significativas en el día a día del niño. Los padres necesitamos saber qué pasa en el colegio: cómo ha sido la jornada, lo que ha ido bien y lo que ha ido mal, para entender  determinadas reacciones o simplemente fomentar la comunicación con nuestro hijo, y ayudarle a que nos cuente lo que ha hecho ese día. Los maestros (tutores, PT, psicólogos, terapeutas, etc.) necesitáis saber qué ha pasado en casa, por qué un día está más alterado o más contento, y utilizar ese conocimiento como un recurso para un mejor rendimiento. A veces es complicado que unos y otros no nos sintamos algo "invadidos" en nuestro terreno... así que hay que mirar hacia atrás al primer escalón: ¡actitud!
Mi hijo no me puede contar aún cómo le ha ido, o si ha pasado algo que le preocupa o le entristece. necesito que quien le acompaña cuando no está conmigo, me transfiera esa realidad. Sin disfraces. Como he escrito antes: con claridad y transparencia. Con unas pinceladas basta, lo suficiente para poder entender.

Yo, como madre, no pretendo decir al profesional cómo debe realizar su trabajo; más bien al contrario, lo que procuro es que lo pueda realizar con el mayor margen de acierto. Porque yo también soy especialista en algo: soy especialista en mi hijo. Y todas mis horas de experiencia, estudio y observación están a disposición de todo aquel que quiera (o tenga que) compartir con mi hijo algún momento de su vida.

Somos un todo, los engranajes del motor de la educación de un niño, que si no está correctamente engrasado no funcionará, y es el niño el que dejará de avanzar, o lo hará a trompicones.

Me fuí de aquella reunión muy contenta por comprobar que la inclusión, la igualdad de oportunidades, no son una utopía, que hay muchos profesionales ilusionados, dispuestos a aprender cada día, a ofrecer lo mejor de si mismos y luchar para que todos sus alumnos, todos, tengan una educación de calidad, más allá de los recursos existentes (que cada día van en recesión).
Es cierto que tenemos mucho camino por hacer, pero ya lo dijo Antonio Machado...
se hace camino al andar.