En los encuentros de familias, grupos de redes sociales, e incluso reuniones de padres, solemos ser mayoría: las mujeres, las madres. Para variar.
Esta discriminación positiva a veces levanta comentarios, cuando hablamos de "madres de niños con dificultades", que recuerdan que hay padres implicados, preocupados e igualmente luchadores.
Claro que los hay: yo tengo uno a mi lado.
Quería ofrecer este post de hoy a esos superpapás en la sombra, y especialmente al que está a la mía. Si yo puedo dedicar tiempo a otras cosas, especialmente relacionadas con nuestra pertenencia a esta tribu, es porque él está detrás, cubriendo mi hueco (además del suyo) cuando yo no estoy, o a mi lado, empujando el carro de la familia en la misma dirección. Aunque parezca que soy yo la que acude a reuniones, organiza, participa y actúa como cabeza visible, en realidad somos siempre Nosotros.
Esta semana, nos preguntaron cómo asumíamos, como pareja, las dificultades que suponía el diagnóstico de TEA, y él no dudó ni un segundo: "además de pareja, somos un equipo". Es la verdad: un equipo compacto, los dos distintos y complementarios, y (casi siempre) seguros de nuestro rol, y conscientes siempre de la importancia del otro en el equipo, de sus aportaciones, sus puntos fuertes y sus flaquezas. Y con un objetivo común. Son los requisitos mínimos para que ese Nosotros funcione.
Esto no hace que las cosas sean más fáciles, hace que nosotros las vivamos de otra manera.
Por supuesto, hay encuentros y desencuentros, opiniones enfrentadas y distintos modos de hacer las cosas... y eso es precisamente lo que enriquece nuestra visión, el saber que no hay un único modo de afrontar cada reto. Esa dualidad ofrece también caminos alternativos, la (relativa) tranquilidad de asumir que podemos equivocarnos y que la responsabilidad (que a veces es extremadamente pesada) no recae sobre uno solo.
Así que cada vez que penséis en una supermamá (no en mi, en cualquiera, que hay muchas: ¡yo las he visto!), en si hace esto o participa en aquello, pensad también que es probable que haya un superpapá en la sombra, cuyo papel sea más discreto, pero fundamental en el resultado.
Yo soy afortunada. Sé que en todo lo que hago, siempre tengo ese apoyo en la sombra, y eso me da alas para seguir. Y además, es un padre excepcional: quien lo quiera comprobar, no tiene más que observar las expresiones de nuestros hijos cuando están en sus brazos ;-*